Ciclo A

Exposición del Santísimo

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  • San Pedro Apóstol

  Todos los JUEVES de 19.30 a 20.30

  • Santa María la Mayor

  Todos los DOMINGOS de 19.00 a 19.30

  • Las Mínimas

  Todas las MAÑANAS de 9.30 a 13.00

Acercate a la Oración

jesus 7502413 1280«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».Él les dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en tentación”»  

Si quieres orar y estar junto a Jesús lo puedes hacer... 

 Todos los VIERNES a las 20:00 horas.

 En la Parroquia de SANTA MARÍA la Mayor.

DOMINGO III DE ADVIENTO. GAUDETE. 14 de diciembre de 2025

Is 35,1-6a.10: Pena y aflicción se alejarán.

Sal 145: Ven, Señor, a salvarnos.

St 5,7-10: Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas.

Mt 11,2-11: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”

 

En el camino todo es camino, no será solo su principio o su final o el trayecto del medio; sin tenerlo recorrido completo, algo nos perderemos, poco, mucho o muchísimo, y puede ser tanto como el mismo sentido del caminar.

Cuando el pueblo de Israel tuvo que iniciar su andadura hacia el destierro, no veían más que desgracia, un océano de desierto geográfico y anímico que los dejaba lejos de su tierra y de su alma. Se habrían quedado con esta aridez, si no hubieran continuado caminando. También el destierro es terreno de camino. Los que no desesperaron tuvieron que aceptar la nueva situación como un tiempo de Dios, donde su Señor habitaba con ellos y les hablaba. Habló en el profeta Isaías con el anuncio de un futuro colorido, lleno de historia rejuvenecida y esperanzadora, tanto en el territorio como en la transformación de los hombres. Será posible, porque se anuncia la llegada de Dios en persona. Es difícil interpretar estas palabras del profeta si no es mirando al Enmanuel, al Dios con nosotros.

Juan el Bautista, desde la cárcel, quería asegurarse de que Jesús de Nazaret cumplía la profecía de Isaías y traía la presencia de Dios a su tierra. La tierra más amada por Dios es la carne humana, donde mora y actúa su Espíritu. Diferentes dolencias, enfermedades y lesiones hieren la carne provocando ceguera, discapacidad, enfermedad, sordera, muerte. Todos, comenzando por los que menos tienen, están llamados a escuchar este mensaje de Salvación. Jesús cura de todas aquellas dolencias y anuncia el Evangelio a los pobres. Habrá quien vea escandaloso el proceder de Jesucristo; el orden nuevo que trae Dios no solo provoca crecimiento en el corazón y empuja a la esperanza, sino que también alienta a querer crecer para ser merecedores de los dones de Dios. Para una gran empresa hay que entrenarse. Jesús, al mismo tiempo, admira a Juan el Bautista. El maestro de solera no deja de enseñar, ni siquiera en condiciones deplorables. El maestro Bautista enseña la fidelidad a la justica y la verdad de Dios sin claudicar ante Herodes; el Maestro Nazareno enseña al maestro, a través de sus discípulos, que la tierra humana se abre a la esperanza con signos que manifiestan la gloria de Dios en su enviado.

La nueva era ha comenzado, Dios en persona está con nosotros. El Espíritu de Dios nos hace crecer, pero también hay que esforzarse en el crecimiento para estar preparados y poder recibir de Él. Hay que hacerse pequeños, al modo como predica Jesús del Bautista: austeros, entregados, dejando espacio a Dios, reconociendo la presencia de Dios en los demás, fieles a la verdad y la justicia, no buscando el privilegio sino la voluntad del Padre, cercanos a los débiles y a los pecadores, amigos de la paz y dispuestos a perderlo todo por ganar el Reino (aunque siempre será donación de Dios y no conquista humana). Las rejas que retienen a Juan el Bautista son más liberadoras que el campo abierto de las redes sociales; la cárcel de Juan es un espacio para la libertad en contra de la mentira del poderoso y se llenará de esperanza cuando le llegue la noticia de que, realmente, el Nazareno es el Mesías esperado y está haciendo nuevas todas las cosas.

Sabemos que ha llegado y ha dado su vida en la Cruz y ha resucitado. Ahora hay que esperar en esperanza laboriosa. Sabemos que ha de regresar en gloria, pero no ha dejado de estar con nosotros. Con trabajo paciente, como el hombre de campo, comunicamos esperanza con nuestro conocimiento de Él y sus maravillas (difícil si no tenemos amistad cuidada con Cristo); llevando su evangelio a los pobres, dejando que deshaga en nosotros miedos, tibiezas, perezas. Queremos ser protagonistas de este camino, por lo que solo podemos andarlo como colaboradores del Reino, siendo gente de paz, de justicia… del Dios de Jesucristo, hasta que Él vuelva.

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