Ciclo B

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA. 29 de diciembre de 2024

Eclo 3,2-6.12-14: El Señor honra más al padre que a los hijos.

Sal 127: Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Col 3, 12-21: El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Lc 2, 41-52: Hijo, ¿Por qué nos has tratado así?

 

Un viaje premeditado y metódico, que hacían cada primavera a Jerusalén con motivo de la fiesta de la Pascua, les llevó hacia otra travesía inesperada y amarga, con pérdida, búsqueda y encuentro.

El contexto de este pasaje de Lucas, el único evangelista que lo refiere, es el de una celebración religiosa, la gran fiesta de la Alianza y la liberación. Todo se desarrollaría como cada año, pero este marcó la diferencia la desaparición de Jesús del entorno de sus padres. María y José buscaban a Jesús niño y tuvieron que hacer un camino de tres días para encontrarlo. Sin embargo, ya no era adulto, sino un hombre.

El viaje es un elemento literario clásico antiguo y nuevo que nos habla de la misma vida y sus dificultades: épicos como Ulises y su regreso a Ítaca, infantiles como el camino de Caperucita a casa de su abuelita, o bíblicos como el itinerario de Abrahán hasta la tierra de la Promesa por una indicación divina. Señalan un proceso que llega a resolverse con una transformación o cambio cualitativo hacia algo mejor, aunque el trayecto no está exento de drama, de sufrimiento e incluso angustia. Esos tres días de María y José en su búsqueda parecen un guiño que anticipa los tres días en el sepulcro tras la muerte y su resurrección. De algún modo María y José mueren a algo y nacen a otra cosa; han de crecer como padres y como creyentes para seguir acompañando a su hijo, que es también el Hijo de Dios.

El lugar del encuentro es el templo. Si hay un acontecimiento o una experiencia que marque el final de la infancia y el inicio de la adultez (en una época en la que no había adolescencia al modo actual), en Jesús pudo ser la conciencia de la dimensión de la Alianza, la promesa de Salvación. Un niño hace preguntas aisladas sobre lo que le suscita curiosidad; en el adulto las preguntas más profundas tienen un carácter integral, tienden hacia el sentido de la propia vida y del mundo. El diálogo de Jesús con los maestros puede referirse a esta búsqueda de un niño que acaba de iniciar la vida adulta, que toma conciencia de la hondura del amor de Dios, del pecado humano, de la necesidad de salvación. Sus padres tienen que iniciar un camino para una paternidad que ha de atender a un hijo crecido; Él comienza otra etapa en su entrega al Padre para la salvación de los hombres.

La decisión de formar una familia y abrirse a la vida engendrando hijos lleva a un camino arduo y lleno de incomodidades. La vida comienza a girar en torno a los hijos y los padres han de ir creciendo personal y matrimonialmente para cumplir sus responsabilidades. El miedo, el desencanto, la renuncia a este oficio, que es una vocación ejercida de por vida, lleva a buscar sustitutos más agradables y ligeros. Sufrimos globalmente dos amenazas contra la vida: la baja natalidad y la pérdida del sentido de la existencia. Una lleva a la otra. La familia cristiana es la mayor defensa ante estas hostilidades; en ella se cultiva el amor, que se concreta en el servicio y el cuidado de unos por otros. La honra de los padres de la que habla el libro del Eclesiástico tiene que ver con la autoridad que Dios les concede y que, con su experiencia y sabiduría les da las herramientas para el cuidado y el crecimiento de los pequeños. La honra se recibe de Dios para atender a los más débiles. Por extensión, se ejerce también la paternidad sobre toda persona que requiere atenciones cercanas por su situación de vulnerabilidad.

El viaje de la paternidad nos atañe a todos, sabiendo que un día fuimos cuidados en nuestra infancia y otro día volveremos a serlo en nuestra ancianidad, pero ahora nos toca cuidar, hacer prosperar, servir amando. Si esto la vida deja de tener sentido; renunciando a la natalidad en lo expresión más amplia (no solo engendrando hijos, sino implicando el tiempo con ellos para acompañarlos en su crecimiento), renunciamos a una vida que realmente merezca la pena. Las lesiones provocada en la vida familiar se curan desde el perdón, que tiene también forma de viaje: de pérdida, búsqueda y encuentro gozoso.

           Feliz viaje para los valientes; que con ánimo, fuerza, perseverancia, alegría..., sean amparados y protegidos por la Sagrada Familia de Nazareth.

Programación Pastoral 2021-2022