Ciclo C

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO II DE NAVIDAD (ciclo C). 5 de enero de 2025

Ecl 24,1-2.8-12: La sabiduría será bendita entre los benditos.

Sal 147: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Efesios [1, 3-6. 15-18]: No ceso de dar gracias por vosotros.

Jn 1,1-18: El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros.

 

Un niño recién nacido provoca ternura. Si, además, puede sostenerlo durante un rato entre los brazos, hasta puedes marcharte con el corazón adoctrinado por la fragilidad y la compasión, con deseos de ser mejor persona. Pero, al abandonar los brazos al niño, otros tendrán que sostenerlo. El tiempo invertido en el niño hasta antes de que llegue el cansancio o el tedio, no nos proporciona la experiencia de quien más lo puede conocer, el que está ahí para acunarlo de cabo a rabo, en los momentos dulces y los incómodos, cuando te despierta la sonrisa y cuando te desvela por la noche, cuando aprieta tu dedo con su manita y cuando hay que cambiarle el pañal. El Niño de Belén invita a mirar a Dios más allá del pequeño entrañable y, desde Dios, mirar toda vida humana.

El inicio del evangelio de Juan, que no nos habla del nacimiento de Jesús como Mateo y Lucas, nos abre una ventana para asomarnos al principio sin principio, al momento sin momento, al hogar de Dios. En el conjunto de lecturas aparecen de una u otra forma varias binas antitéticas: Sabiduría y necedad; Luz y tinieblas; vida y muerte. También otras que apuntan hacia el ámbito divino y el humano: eternidad y tiempo; espíritu y carne; Dios y hombre; gracia y ley. Prevalece el protagonismo de la Sabiduría, caracterizada como persona. La tradición cristiana ve en ella a Jesucristo. La persona sabia es quien participa del aquel que es la Sabiduría, y entiende el mundo y la propia existencia acercándose a los parámetros divinos.

En esta Sabiduría, al que Juan llama Verbo, encontramos la fuente de la vida: “En Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla”. Los sentimientos que despierta el bebé o cualquier realidad humana o humanizada que nos enternece, son algo bello, aunque no pueden convertirse en el criterio de valoración de la vida. Que el Verbo sea fuente de la vida subraya, en primer lugar, que Dios es quien da la vida y, por tanto, tiene un origen divino. Y, además, nos dice que toda vida humana está llamada a ser hijo de Dios, partícipe de la vida divina. Esto es posible, porque “el Verbo se hizo carne”.

 Toda vida humana, por tanto, es sagrada, más allá de los sentimientos que puedan suscitar; donde hay vida, brilla la luz de Dios. Sabemos, no obstante, que la luz brilla en las tinieblas y que las tinieblas se oponen a la luz. No es frecuente encontrarnos con un corazón entenebrecido, aunque existen algunas personas que se han oscurecido mucho y rechazar de una forma pasmosa la vida de los demás. Sí que es habitual la aparición de conflictos cuando una vida representa una incomodidad, disrupción o amenaza para otra vida. Esto suele suceder cuando esa vida está en una situación de mayor vulnerabilidad (y, por lo tanto, necesita más atenciones) o bien cuando está más necesitada de perdón y paciencia (por su propio pecado). La tentación más espontánea es alejarse o mantener a distancia aquella vida que nos complica; evitar sentimientos desagradables y, sobre todo, comprometernos con algo que nos va a causar molestias. Jesucristo se muestra como la fuente de la vida y, al haberse hecho carne, nos proclama que toda carne viene de Dios y va hacia Él, y que, especialmente las más frágiles son lugares especiales e intensos para el encuentro con nuestro Señor.

De los ojos para el Niño de Belén debemos pasar al discapacitado, al anciano, al enfermo, al migrante, al extranjero, al que ha hecho cosas malas, al que piensa de forma diferente, al adolescente díscolo, al raro, al solitario… Ahí nos espera el Verbo hecho carne, para ofrecer nuestros brazos y sentir el peso de la encarnación del Hijo de Dios. 

Programación Pastoral 2021-2022